Una defensa del "modelo K"
A raíz de las últimas notas publicadas en este Blog, relacionadas con "el modelo K", el amigo y compañero Juan Manuel Peluffo se tomó el trabajo de escribir unas líneas con la intención de refutar algunos conceptos y afirmaciones publicados, y de hacer una defensa de lo que él llama "el proceso K", más que "el modelo".
Lo hizo a modo de carta abierta "a los compañeros de Proyecto Sur", identificando las posiciones de este blog con las de ese proyecto político.
Ello obliga a hacer una aclaración: este blog no oculta sus simpatías políticas. Prueba de ello son los links a las páginas de Pino Solanas y de Claudio Lozano. Pero ello no es directamente aplicable a la inversa, es decir, las posiciones de este blog no comprometen a Proyecto Sur ni al partido Buenos Aires Para Todos en Proyecto Sur.
Por lo tanto, tampoco las críticas que, como se verá, Peluffo hace a esos partidos son necesariamente extensibles a lo que se ha publicado en este blog, y por lo tanto no puede ni debe Hombre de Ningún Lugar responder a esas críticas.
Hecha esta aclaración, a continuación se transcribe el trabajo de Juan Manuel Peluffo, el cual será polemizado y puntualmente respondido en los próximos días, en estas mismas páginas.
A LOS COMPAÑEROS DE PROYECTO SUR
Estas líneas fueron motivadas por un artículo publicado por el compañero y amigo Jaime Farji en su blog Hombre de Ningún Lugar (algo Lennoniano el cumpa) sobre lo que llama el ”modelo K”.
La idea fundamental que sostiene es que el modelo en cuestión no ha producido ninguna modificación estructural al esquema neoliberal menem-cavallista, y que por lo tanto su capacidad de inclusión social es muy limitada, por lo que es probable que los planes de asistencia social, el discurso progre, la propaganda y la política no alcancen como contención social para esos excluidos, y por lo tanto se produzca una reaparición de la represión para sofocar el conflicto social, habiéndose además perdido una excelente oportunidad para, a través de esa “alianza con la sociedad”, crear un nuevo movimiento político capaz de sustentar un auténtico proceso de transformación. (corregime si me equivoco e interpreté mal algunas de tus ideas).
Por mi parte intentaré demostrar que: 1) sí se han producido modificaciones estructurales y 2) que más que modelo K deberíamos hablar de un proceso (con perdón de la palabra) K, para dar una idea de dinamismo dialéctico, que el concepto de modelo, desde mi punto de vista, reduce a una visión economicista y estática.
Mi primera objeción al planteo fue la re-estatización de la Previsión Social (AFJPs), para mí un claro ejemplo de una modificación estructural en el plano económico. Jaime la relativizó planteando que sí, sin duda era una reforma estructural a nivel del Sistema Previsional. Voy, por lo tanto, a desarrollar un poco el tema.
La privatización de las Jubilaciones tuvo 2 efectos fundamentales: significó una brutal transferencia de recursos del sector laboral-productivo al financiero (modificación estructural neoliberal). Cálculos de diferentes organismos estiman que, a lo largo de los 14 años de vigencia del sistema, las comisiones derivadas (30% de los aportes) significaron unos 15.000 millones de USD. Por otro lado, se produjo un terrible desfinanciamiento del Estado, que siguió pagando las jubilaciones existentes por un largo período, y garantizando montos asegurados. A esto debemos sumar la reducción a la mitad de los aportes patronales. Por lo que el desfinanciamiento estatal a lo largo de los 7 años dentro de la convertibilidad significaron cerca de USD 40.000 millones . En un escenario de peso sobrevaluado, saldos neutros o deficitarios de comercio exterior y alta evasión impositiva, esto se tradujo en forma casi lineal en deuda externa. Durante el período “convertible”, la misma saltó de USD 65.000 millones a USD 120.000 (todo esto son aproximaciones, sólo uso el disco rígido de mi cerebro). El funcionamiento durante 10 años de la economía gracias al indispensable endeudamiento externo, es otro rasgo estructural del modelo neoliberal “ a la argentina”.Ese endeudamiento, que llegó en el 2002 a representar casi el 150% del PBI, ató cada vez más a la economía domestica a los monitoreos y condicionamientos del FMI. A su vez para generar tasa de ganancia en ese marco, las empresas, fundamentalmente las industriales golpeadas por la competencia extranjera, comenzaron un proceso de expulsión de mano de obra, generando un ejército de reserva laboral que permitió una tendencia a la baja en los salarios en general. El máximo exponente de este proceso fue la reducción en un 13 % de todos los sueldos estatales y de las jubilaciones. Los bajos salarios y jubilaciones y la alta tasa de desempleo (alrededor del 16 % a lo largo de la convertibilidad neoliberal), son desde mi humilde punto de vista , un aspecto socio económico indispensable de este modelo, y , por lo tanto, estructural.
A diferencia de Bernado Kosakoff y Claudio Lozano, que acuerdan con la visión de Jaime, tiendo más a coincidir con Paul Krugman y Joseph Stiglitz, ambos Premios Nobel de economía, heterodoxos ellos e hipercríticos del neoliberalismo (el primero de ellos acaba de publicar en El País un análisis de cómo deberían salir Grecia, Irlanda, Portugal y España de la catástrofe neoliberal, y les propone tomar como ejemplo el Argentine way), o Aldo Ferrer, si tomamos un local, que plantean que sí, este es un modelo de ruptura con respecto al neoliberal.
En el actual escenario debemos señalar:
La deuda externa pasó de representar el 145% del PBI al 45 % .
La desocupación pasó del 16% promedio de los 90 al 8 % promedio. Es cierto que la calidad del empleo es baja, pero también aceptemos que partimos, hace 7 años, de un desempleo superior al 20 %.
Se pasó de estado de déficit fiscal y comercial casi crónico a los superávits gemelos. Jaime dice que el superávit primario casi se esfuma una vez que se pagan servicios de la deuda. Muchos países europeos hasta ayer ejemplo conviven con déficits del 10%.
El efecto Tequila, una crisis financiera en un país periférico, llevó la desocupación al 19 % y a la caída del PBI en 1995. La actual crisis cuasi catastrófica que estalló en los países capitalistas centrales (comenzando por EEUU) en 2008, provocó dificultades pero nada parecido al terremoto del Tequila.
Humildemente, considerar que el actual modelo económico es en esencia el mismo de los 90, tiende a parecerme un dislate. Y más aún si pasamos de lo estático de “modelo” a un concepto de proceso en desarrollo. Aquí vamos.
El modelo neoliberal no es sólo un modelo económico. Es un modo de organización social integral. Por lo tanto presenta facetas económicas, políticas, ideológicas, sociales y, ¡Gramsci al fin! culturales.
El proceso iniciado en el 2003, luego del estallido del 2001-2002, a diferencia de lo que plantea Jaime, está, en mi opinión, en pleno desarrollo. No acuerdo con la visión de que “si no se aprovecharon los años de vacas gordas para realizar los cambios estructurales, no se harán nunca”. Creo sinceramente, que ese es un reduccionismo economicista. Las medidas más profundas (cuasi-estructurales) que tomó el Kirchnerismo las tomó luego de dos derrotas políticas: la 125 en 2008 (seguida por la re-estatización de las AFJP) y de la derrota electoral (en realidad casi, porque el FPV fue la primera minoría con el 32% de los votos nacionales, seguido por el ACy S con el 29%) y la Ley de Medios, AUH, el desplazamiento de los resabios neoliberales en el Central con la llegada de Mechi y el Matrimonio Igualitario (sin duda no una medida estructural económica pero profundísima en términos de cuestionamiento a la hegemonía de las clases dominantes y el sentido común imperante). Mientras las medidas económicas se iban desarrollando se entabló simultáneamente un duro enfrentamiento político, ideológico y cultural con los sectores sociales dominantes.
Para hacer un parangón histórico: el modelo neoliberal dio su primer pasito en Argentina en 1975 con el Rodrigazo, antesala del Golpe del 76. De allí al 83 no se desarrollan, prácticamente, reformas de las que el cumpa Farji califica de estructurales, pero sí se avanzó en los planos militares, sociales, ideológicos y culturales. El asesinato de 30.000 argentinos, la represión generalizada a todos los sectores que intentaron oponerse a la dictadura, el exilio de decenas de miles, fueron básicamente un accionar político-militar no estructural, pero sí indispensable para posibilitar reformas de ese tipo a futuro.
Una iniciativa de tipo legal institucional, la Ley de Instituciones Financieras de Martínez de Hoz, claramente súper-estructural, iniciaría la transformación del modelo de acumulación industrialista basado en la sustitución de importaciones que se había desplegado hasta 1970 hacia el modelo de valorización financiera triunfante en los 90.
Esto inició el proceso de desindustrialización que culminó en los 90.
Si emuláramos el método analítico estático y economicista del cumpa Farji diríamos: el establishment desaprovechó 5 años de poder total y absoluto (del 76 al 81), pues no realizó concretamente ninguna reforma estructural en su momento aparentemente más favorable, siguiendo el ejemplo de Reagan y Thatcher. Y también concluiríamos que el nuevo sector hegemónico en el bloque dominante sería la clásica oligarquía terrateniente, capaz de desobedecer el mandato Yanqui de boicot a los juegos Olímpicos de Moscú en 1980 para continuar con sus pingues negocios con la URSS. Y luego, con el retorno de la democracia y tras los 2 primeros años de Alfonsín, con su política de dureza frente al FMI, su política internacional autónoma, su política de DDHH con el Juicio a las Juntas, diríamos ”Ufa, sonamos, no hicimos los cambios estructurales en el mejor momento, no los haremos nunca. Y, sin embargo, no fue así .Lo sembrado por la dictadura Cívico-Militar en términos legales-institucionales, la deuda externa contraída que se multiplicó por 7 en 7 años, la sensación de frustración, temor y derrota que asolaba al pueblo argentino, y los errores de la gestión alfonsinista, que reculó luego de sus aciertos iniciales (economía de Guerra, Felices Pascuas,etc), que impidieron una acumulación de fuerzas que permitiera desmontar las trampas neoliberales dejadas por la Dictadura Cívico Militar, posibilitó una contraofensiva del establishment, y mediante la hiperinflación conducida por los “capitanes de la industria”, lograron no sólo anticipar el cambio de gobierno, sino condicionar fuertemente al próximo y, lo más dramático, la rendición de la sociedad argentina. Aplicación exacta de la receta del desastre tan bien explicada por Naomi Klein. Pero ahí recién comenzaba la etapa final de despliegue y consolidación del “modelo”. No estaba definido cuál era el nuevo sector hegemónico . Menem, como parecía obvio, pensó inicialmente que eran los capitanes de la industria y sectores agro-exportadores. Y se equivocó fiero. Al poco tiempo tuvimos un par de “hípers” más, plan Bonex y, frutilla del postre, Cavallo. Y allí se despliega la batería completa del neoliberalismo, implementada por el auténtico cortador del bacalao, el capital financiero aliado a las incipientes empresas privatizadas: convertibilidad con tipo de cambio sobrevaluado a favor del nuevo peso, apertura total de la economía, desregulación, privatización total de servicios y empresas públicas, cuasi desaparición del gasto social, etc., acompañada por medidas “superestructurales” coherentes: Impunidad a los que iniciaron el “modelo”, relaciones carnales con el “Consenso de Washington”, atomización del Movimiento Obrero con flexibilidad laboral, imposición de una escala de valores coherentes con todo eso, individualismo, egoísmo, exitismo personal, etc.
O sea, la consolidación del modelo neoliberal llevó en total 19 años, desde 1976 a 1995 con la reelección de Menem. Ese modelo funcionó sin aparentes fallas hasta el año 2001, aunque algunas voces minoritarias advertían, en los márgenes de la sociedad, que estaba agotado desde 1997, porque era incapaz de incluir a la totalidad de la población, ni siquiera a una mayoría importante.
Del mismo modo, podríamos decir que el actual “modelo en desarrollo” comenzó a instalarse en 2003 y está en pleno despliegue. No hay que olvidar el punto de partida, el escenario del cual partimos. La mayor catástrofe económico social de los últimos 100 años y una crisis orgánica del sistema político, que, en medio de una llamativa dispersión, “premia” al modelo que había llevado al país a esa situación. Porque no debemos olvidar que Menem y López Murphy, exponentes cabales del neoliberalismo, obtienen el 41 % de los votos. Y que Kirchner asume la presidencia por esas raras volteretas del destino.
Y por lo tanto el despliegue del nuevo modelo está fuertemente condicionado por las correlaciones de fuerzas que ese porcentaje atestiguaba. Y a pesar de eso, de la carencia de una fuerza organizada alrededor de fuertes convicciones político-ideológicas, el proyecto fue avanzando, con las inevitables contradicciones producto de esa correlación de fuerzas pero, simultáneamente, buscando coherencia interna. Si el neoliberalismo exigía impunidad para los Dictadores, este proyecto impulsó la Memoria y la Justicia, encarcelando a 150 represores y procesando otros 600, si necesitaba una Corte adicta y sumisa, éste indujo a la conformación de la más prestigiosa e independiente de los últimos 50 años. Si antes se necesitaban relaciones carnales, ahora se imponía la unidad y solidaridad latinoamericanas, con el No al ALCA, el apoyo a Evo, Correa, y el repudio al golpismo Hondureño, si se debía obediencia al FMI, ahora ni siquiera Farji sabe cómo se llama el delegado para Latinoamérica de ese organismo, si el endeudamiento era indispensable, ahora vivimos el momento de mayor autonomía externa desde la 1ª Presidencia de Perón (Zlotowiadja dixit), si se negociaba cuanto bajar los salarios amenazando con el ejército de reserva, ahora se alcanzan porcentajes de aumentos superiores a la inflación de Miguel Angel Broda, si en esos días se le rendía pleitesía a la cúpula reaccionaria de la Iglesa Católica, hoy la distancia se mide en años luz, si antes se congelaban y reducían las jubilaciones, ahora la mínima se ha duplicado en términos reales, si antes se reprimía en Cutral-Co, Tartagal, Tierra del Fuego o Plaza de Mayo, hoy se resiste la presión del aparato mediático y la derecha política por poner orden, si antes se recibían halagos de ese aparato mediático, ahora se lleva adelante una guerra sin cuartel contra los medios hegemónicos; si antes teníamos las manzanas partidas y culos de Sofovich en ATC, hoy tenemos el canal Encuentro. Y ya me estoy aburriendo.
Sin duda que hay aspectos negativos, errores y algunos horrores. Pero en la balanza lo positivo parece ser mucho más que lo negativo. Y el proceso sigue adelante. Con contradicciones. Dialécticamente, como corresponde.
Ante esto, los compañeros de Proyecto Sur plantean: esto es más de lo mismo. Es el mismo modelo, es de re-derecha, el kirchnerismo es la etapa superior del menemismo. Creo que cometen un gravísimo error. Posicionarse frente al gobierno de la misma manera que enfrentamos al menemismo es no visualizar el verdadero carácter de la etapa histórica que atravesamos.
Y aunque no fuera más que gatopardismo, lo sería de tal audacia y creatividad que deberían planearse otra forma de posicionamiento. Si para el imaginario colectivo mayoritario, adherentes y opositores, este es un gobierno de “izquierda”, si para los voceros orgánico históricos de los sectores dominantes, esos que nunca se equivocan al señalar al enemigo, La Nación, Mariano Grondona, la Sociedad Rural, la cúpula eclesial, el ala liberal de la UIA, el FMI el kirchnerismo es Satanás y sus Legiones a destruir, si cientos, quizás miles de sobrevivientes setentistas estamos convencidos de que estamos avanzando en un proceso de transformación profundo de nuestra Patria , si miles o decenas de miles de jóvenes han redescubierto la pasión y la militancia política luego de dos décadas de apatía y extrañamiento, algo profundo debe estar pasando.
Y da pena, y bronca también, verlo a Pino intercambiar guiños y sonrisitas “a la Biolcatti” con el redactor del Comunicado 150 de Campo de Mayo, de pasearse diariamente por los canales de los medios hegemónicos, de los reportajes a página y media completa en la Tribuna de Opinión de la más rancia oligarquía. A nosotros que prolongamos hábilmente su proyecto nos tiran con misiles, a los auténticos revolucionarios los adulan y les regalan USD 100.000 de una página de La Nación. A mí, humildemente, hay algo que no me cierra.
Juan Manuel Peluffo
Lo hizo a modo de carta abierta "a los compañeros de Proyecto Sur", identificando las posiciones de este blog con las de ese proyecto político.
Ello obliga a hacer una aclaración: este blog no oculta sus simpatías políticas. Prueba de ello son los links a las páginas de Pino Solanas y de Claudio Lozano. Pero ello no es directamente aplicable a la inversa, es decir, las posiciones de este blog no comprometen a Proyecto Sur ni al partido Buenos Aires Para Todos en Proyecto Sur.
Por lo tanto, tampoco las críticas que, como se verá, Peluffo hace a esos partidos son necesariamente extensibles a lo que se ha publicado en este blog, y por lo tanto no puede ni debe Hombre de Ningún Lugar responder a esas críticas.
Hecha esta aclaración, a continuación se transcribe el trabajo de Juan Manuel Peluffo, el cual será polemizado y puntualmente respondido en los próximos días, en estas mismas páginas.
A LOS COMPAÑEROS DE PROYECTO SUR
Estas líneas fueron motivadas por un artículo publicado por el compañero y amigo Jaime Farji en su blog Hombre de Ningún Lugar (algo Lennoniano el cumpa) sobre lo que llama el ”modelo K”.
La idea fundamental que sostiene es que el modelo en cuestión no ha producido ninguna modificación estructural al esquema neoliberal menem-cavallista, y que por lo tanto su capacidad de inclusión social es muy limitada, por lo que es probable que los planes de asistencia social, el discurso progre, la propaganda y la política no alcancen como contención social para esos excluidos, y por lo tanto se produzca una reaparición de la represión para sofocar el conflicto social, habiéndose además perdido una excelente oportunidad para, a través de esa “alianza con la sociedad”, crear un nuevo movimiento político capaz de sustentar un auténtico proceso de transformación. (corregime si me equivoco e interpreté mal algunas de tus ideas).
Por mi parte intentaré demostrar que: 1) sí se han producido modificaciones estructurales y 2) que más que modelo K deberíamos hablar de un proceso (con perdón de la palabra) K, para dar una idea de dinamismo dialéctico, que el concepto de modelo, desde mi punto de vista, reduce a una visión economicista y estática.
Mi primera objeción al planteo fue la re-estatización de la Previsión Social (AFJPs), para mí un claro ejemplo de una modificación estructural en el plano económico. Jaime la relativizó planteando que sí, sin duda era una reforma estructural a nivel del Sistema Previsional. Voy, por lo tanto, a desarrollar un poco el tema.
La privatización de las Jubilaciones tuvo 2 efectos fundamentales: significó una brutal transferencia de recursos del sector laboral-productivo al financiero (modificación estructural neoliberal). Cálculos de diferentes organismos estiman que, a lo largo de los 14 años de vigencia del sistema, las comisiones derivadas (30% de los aportes) significaron unos 15.000 millones de USD. Por otro lado, se produjo un terrible desfinanciamiento del Estado, que siguió pagando las jubilaciones existentes por un largo período, y garantizando montos asegurados. A esto debemos sumar la reducción a la mitad de los aportes patronales. Por lo que el desfinanciamiento estatal a lo largo de los 7 años dentro de la convertibilidad significaron cerca de USD 40.000 millones . En un escenario de peso sobrevaluado, saldos neutros o deficitarios de comercio exterior y alta evasión impositiva, esto se tradujo en forma casi lineal en deuda externa. Durante el período “convertible”, la misma saltó de USD 65.000 millones a USD 120.000 (todo esto son aproximaciones, sólo uso el disco rígido de mi cerebro). El funcionamiento durante 10 años de la economía gracias al indispensable endeudamiento externo, es otro rasgo estructural del modelo neoliberal “ a la argentina”.Ese endeudamiento, que llegó en el 2002 a representar casi el 150% del PBI, ató cada vez más a la economía domestica a los monitoreos y condicionamientos del FMI. A su vez para generar tasa de ganancia en ese marco, las empresas, fundamentalmente las industriales golpeadas por la competencia extranjera, comenzaron un proceso de expulsión de mano de obra, generando un ejército de reserva laboral que permitió una tendencia a la baja en los salarios en general. El máximo exponente de este proceso fue la reducción en un 13 % de todos los sueldos estatales y de las jubilaciones. Los bajos salarios y jubilaciones y la alta tasa de desempleo (alrededor del 16 % a lo largo de la convertibilidad neoliberal), son desde mi humilde punto de vista , un aspecto socio económico indispensable de este modelo, y , por lo tanto, estructural.
A diferencia de Bernado Kosakoff y Claudio Lozano, que acuerdan con la visión de Jaime, tiendo más a coincidir con Paul Krugman y Joseph Stiglitz, ambos Premios Nobel de economía, heterodoxos ellos e hipercríticos del neoliberalismo (el primero de ellos acaba de publicar en El País un análisis de cómo deberían salir Grecia, Irlanda, Portugal y España de la catástrofe neoliberal, y les propone tomar como ejemplo el Argentine way), o Aldo Ferrer, si tomamos un local, que plantean que sí, este es un modelo de ruptura con respecto al neoliberal.
En el actual escenario debemos señalar:
La deuda externa pasó de representar el 145% del PBI al 45 % .
La desocupación pasó del 16% promedio de los 90 al 8 % promedio. Es cierto que la calidad del empleo es baja, pero también aceptemos que partimos, hace 7 años, de un desempleo superior al 20 %.
Se pasó de estado de déficit fiscal y comercial casi crónico a los superávits gemelos. Jaime dice que el superávit primario casi se esfuma una vez que se pagan servicios de la deuda. Muchos países europeos hasta ayer ejemplo conviven con déficits del 10%.
El efecto Tequila, una crisis financiera en un país periférico, llevó la desocupación al 19 % y a la caída del PBI en 1995. La actual crisis cuasi catastrófica que estalló en los países capitalistas centrales (comenzando por EEUU) en 2008, provocó dificultades pero nada parecido al terremoto del Tequila.
Humildemente, considerar que el actual modelo económico es en esencia el mismo de los 90, tiende a parecerme un dislate. Y más aún si pasamos de lo estático de “modelo” a un concepto de proceso en desarrollo. Aquí vamos.
El modelo neoliberal no es sólo un modelo económico. Es un modo de organización social integral. Por lo tanto presenta facetas económicas, políticas, ideológicas, sociales y, ¡Gramsci al fin! culturales.
El proceso iniciado en el 2003, luego del estallido del 2001-2002, a diferencia de lo que plantea Jaime, está, en mi opinión, en pleno desarrollo. No acuerdo con la visión de que “si no se aprovecharon los años de vacas gordas para realizar los cambios estructurales, no se harán nunca”. Creo sinceramente, que ese es un reduccionismo economicista. Las medidas más profundas (cuasi-estructurales) que tomó el Kirchnerismo las tomó luego de dos derrotas políticas: la 125 en 2008 (seguida por la re-estatización de las AFJP) y de la derrota electoral (en realidad casi, porque el FPV fue la primera minoría con el 32% de los votos nacionales, seguido por el ACy S con el 29%) y la Ley de Medios, AUH, el desplazamiento de los resabios neoliberales en el Central con la llegada de Mechi y el Matrimonio Igualitario (sin duda no una medida estructural económica pero profundísima en términos de cuestionamiento a la hegemonía de las clases dominantes y el sentido común imperante). Mientras las medidas económicas se iban desarrollando se entabló simultáneamente un duro enfrentamiento político, ideológico y cultural con los sectores sociales dominantes.
Para hacer un parangón histórico: el modelo neoliberal dio su primer pasito en Argentina en 1975 con el Rodrigazo, antesala del Golpe del 76. De allí al 83 no se desarrollan, prácticamente, reformas de las que el cumpa Farji califica de estructurales, pero sí se avanzó en los planos militares, sociales, ideológicos y culturales. El asesinato de 30.000 argentinos, la represión generalizada a todos los sectores que intentaron oponerse a la dictadura, el exilio de decenas de miles, fueron básicamente un accionar político-militar no estructural, pero sí indispensable para posibilitar reformas de ese tipo a futuro.
Una iniciativa de tipo legal institucional, la Ley de Instituciones Financieras de Martínez de Hoz, claramente súper-estructural, iniciaría la transformación del modelo de acumulación industrialista basado en la sustitución de importaciones que se había desplegado hasta 1970 hacia el modelo de valorización financiera triunfante en los 90.
Esto inició el proceso de desindustrialización que culminó en los 90.
Si emuláramos el método analítico estático y economicista del cumpa Farji diríamos: el establishment desaprovechó 5 años de poder total y absoluto (del 76 al 81), pues no realizó concretamente ninguna reforma estructural en su momento aparentemente más favorable, siguiendo el ejemplo de Reagan y Thatcher. Y también concluiríamos que el nuevo sector hegemónico en el bloque dominante sería la clásica oligarquía terrateniente, capaz de desobedecer el mandato Yanqui de boicot a los juegos Olímpicos de Moscú en 1980 para continuar con sus pingues negocios con la URSS. Y luego, con el retorno de la democracia y tras los 2 primeros años de Alfonsín, con su política de dureza frente al FMI, su política internacional autónoma, su política de DDHH con el Juicio a las Juntas, diríamos ”Ufa, sonamos, no hicimos los cambios estructurales en el mejor momento, no los haremos nunca. Y, sin embargo, no fue así .Lo sembrado por la dictadura Cívico-Militar en términos legales-institucionales, la deuda externa contraída que se multiplicó por 7 en 7 años, la sensación de frustración, temor y derrota que asolaba al pueblo argentino, y los errores de la gestión alfonsinista, que reculó luego de sus aciertos iniciales (economía de Guerra, Felices Pascuas,etc), que impidieron una acumulación de fuerzas que permitiera desmontar las trampas neoliberales dejadas por la Dictadura Cívico Militar, posibilitó una contraofensiva del establishment, y mediante la hiperinflación conducida por los “capitanes de la industria”, lograron no sólo anticipar el cambio de gobierno, sino condicionar fuertemente al próximo y, lo más dramático, la rendición de la sociedad argentina. Aplicación exacta de la receta del desastre tan bien explicada por Naomi Klein. Pero ahí recién comenzaba la etapa final de despliegue y consolidación del “modelo”. No estaba definido cuál era el nuevo sector hegemónico . Menem, como parecía obvio, pensó inicialmente que eran los capitanes de la industria y sectores agro-exportadores. Y se equivocó fiero. Al poco tiempo tuvimos un par de “hípers” más, plan Bonex y, frutilla del postre, Cavallo. Y allí se despliega la batería completa del neoliberalismo, implementada por el auténtico cortador del bacalao, el capital financiero aliado a las incipientes empresas privatizadas: convertibilidad con tipo de cambio sobrevaluado a favor del nuevo peso, apertura total de la economía, desregulación, privatización total de servicios y empresas públicas, cuasi desaparición del gasto social, etc., acompañada por medidas “superestructurales” coherentes: Impunidad a los que iniciaron el “modelo”, relaciones carnales con el “Consenso de Washington”, atomización del Movimiento Obrero con flexibilidad laboral, imposición de una escala de valores coherentes con todo eso, individualismo, egoísmo, exitismo personal, etc.
O sea, la consolidación del modelo neoliberal llevó en total 19 años, desde 1976 a 1995 con la reelección de Menem. Ese modelo funcionó sin aparentes fallas hasta el año 2001, aunque algunas voces minoritarias advertían, en los márgenes de la sociedad, que estaba agotado desde 1997, porque era incapaz de incluir a la totalidad de la población, ni siquiera a una mayoría importante.
Del mismo modo, podríamos decir que el actual “modelo en desarrollo” comenzó a instalarse en 2003 y está en pleno despliegue. No hay que olvidar el punto de partida, el escenario del cual partimos. La mayor catástrofe económico social de los últimos 100 años y una crisis orgánica del sistema político, que, en medio de una llamativa dispersión, “premia” al modelo que había llevado al país a esa situación. Porque no debemos olvidar que Menem y López Murphy, exponentes cabales del neoliberalismo, obtienen el 41 % de los votos. Y que Kirchner asume la presidencia por esas raras volteretas del destino.
Y por lo tanto el despliegue del nuevo modelo está fuertemente condicionado por las correlaciones de fuerzas que ese porcentaje atestiguaba. Y a pesar de eso, de la carencia de una fuerza organizada alrededor de fuertes convicciones político-ideológicas, el proyecto fue avanzando, con las inevitables contradicciones producto de esa correlación de fuerzas pero, simultáneamente, buscando coherencia interna. Si el neoliberalismo exigía impunidad para los Dictadores, este proyecto impulsó la Memoria y la Justicia, encarcelando a 150 represores y procesando otros 600, si necesitaba una Corte adicta y sumisa, éste indujo a la conformación de la más prestigiosa e independiente de los últimos 50 años. Si antes se necesitaban relaciones carnales, ahora se imponía la unidad y solidaridad latinoamericanas, con el No al ALCA, el apoyo a Evo, Correa, y el repudio al golpismo Hondureño, si se debía obediencia al FMI, ahora ni siquiera Farji sabe cómo se llama el delegado para Latinoamérica de ese organismo, si el endeudamiento era indispensable, ahora vivimos el momento de mayor autonomía externa desde la 1ª Presidencia de Perón (Zlotowiadja dixit), si se negociaba cuanto bajar los salarios amenazando con el ejército de reserva, ahora se alcanzan porcentajes de aumentos superiores a la inflación de Miguel Angel Broda, si en esos días se le rendía pleitesía a la cúpula reaccionaria de la Iglesa Católica, hoy la distancia se mide en años luz, si antes se congelaban y reducían las jubilaciones, ahora la mínima se ha duplicado en términos reales, si antes se reprimía en Cutral-Co, Tartagal, Tierra del Fuego o Plaza de Mayo, hoy se resiste la presión del aparato mediático y la derecha política por poner orden, si antes se recibían halagos de ese aparato mediático, ahora se lleva adelante una guerra sin cuartel contra los medios hegemónicos; si antes teníamos las manzanas partidas y culos de Sofovich en ATC, hoy tenemos el canal Encuentro. Y ya me estoy aburriendo.
Sin duda que hay aspectos negativos, errores y algunos horrores. Pero en la balanza lo positivo parece ser mucho más que lo negativo. Y el proceso sigue adelante. Con contradicciones. Dialécticamente, como corresponde.
Ante esto, los compañeros de Proyecto Sur plantean: esto es más de lo mismo. Es el mismo modelo, es de re-derecha, el kirchnerismo es la etapa superior del menemismo. Creo que cometen un gravísimo error. Posicionarse frente al gobierno de la misma manera que enfrentamos al menemismo es no visualizar el verdadero carácter de la etapa histórica que atravesamos.
Y aunque no fuera más que gatopardismo, lo sería de tal audacia y creatividad que deberían planearse otra forma de posicionamiento. Si para el imaginario colectivo mayoritario, adherentes y opositores, este es un gobierno de “izquierda”, si para los voceros orgánico históricos de los sectores dominantes, esos que nunca se equivocan al señalar al enemigo, La Nación, Mariano Grondona, la Sociedad Rural, la cúpula eclesial, el ala liberal de la UIA, el FMI el kirchnerismo es Satanás y sus Legiones a destruir, si cientos, quizás miles de sobrevivientes setentistas estamos convencidos de que estamos avanzando en un proceso de transformación profundo de nuestra Patria , si miles o decenas de miles de jóvenes han redescubierto la pasión y la militancia política luego de dos décadas de apatía y extrañamiento, algo profundo debe estar pasando.
Y da pena, y bronca también, verlo a Pino intercambiar guiños y sonrisitas “a la Biolcatti” con el redactor del Comunicado 150 de Campo de Mayo, de pasearse diariamente por los canales de los medios hegemónicos, de los reportajes a página y media completa en la Tribuna de Opinión de la más rancia oligarquía. A nosotros que prolongamos hábilmente su proyecto nos tiran con misiles, a los auténticos revolucionarios los adulan y les regalan USD 100.000 de una página de La Nación. A mí, humildemente, hay algo que no me cierra.
Juan Manuel Peluffo
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