Encuentro en un túnel

Publicado por Ury Avnery, dirigente político y periodista israelí en su blog:

http://www.avnery-news.co.il/english/

Traducido por Nowhereman

Ury Avnery (02/08/14)

Había un pueblo en Inglaterra que tenía un gran orgullo por sus arqueros. En cada jardín había un tablón con blancos que mostraban el talento de su propietario. En uno de esos tablones cada flecha había dado en el blanco.

Un visitante curioso preguntó al propietario: ¿Cómo lo hizo? La respuesta: “Simple. Primero disparo las flechas y luego dibujo los círculos a su alrededor”.

En esta guerra, nuestro gobierno hace lo mismo. Nosotros alcanzamos todos nuestros objetivos – pero nuestros objetivos cambian todo el tiempo. Al final, nuestra victoria será completa.

Cuando la guerra comenzó, queríamos “destruir la infraestructura terrorista”. Después, cuando los cohetes alcanzaron prácticamente todo Israel, el objetivo de la guerra fue destruír los cohetes. Cuando el ejército cruzó la frontera de Gaza con ese propósito, descubrió una enorme red de túneles, que se convirtieron en el verdadero objetivo de la guerra. Los túneles deben ser destruídos.

Los túneles han sido utilizados militarmente desde la antigüedad. Los ejércitos imposibilitados de conquistar ciudades fortificadas trataban de cavar túneles debajo de sus muros. Los prisioneros han escapado a través de túneles. Cuando los británicos capturaban líderes de la clandestinidad hebrea, muchos de ellos escaparon a través de túneles.

Hamas ha usado túneles para ir debajo de los muros y vallas fronterizas, para atacar objetivos militares y asentamientos del otro lado. La existencia de estos túneles era conocida, pero su número y efectividad resultó una sorpresa. Como los combatientes vietnamitas en su tiempo, Hamas usa los tuneles para ataques, puestos de comando, centros de operaciones y arsenales. Muchos de ellos están interconectados.

Para la población del lado israelí, los túneles son una fuente de temor. La idea de que en cualquier momento la cabeza de un combatiente de Hamas puede aparecer en el medio del comedor de un kibutz no es agradable.

Entonces ahora el objetivo de la guerra es descubrir y destruir la mayor cantidad de túneles posible. Nadie imaginó este objetivo antes de que todo comenzara.

Si la conveniencia política lo demanda, puede haber otro objetivo mañana. Será aceptado en Israel por aclamación unánime.

La prensa israelí está totalmente sometida. No hay reportes independientes. Los corresponsales militares no están autorizados a ver por sus propios medios lo que pasa. Han sido reducidos a un coro de loros repetidores de los comunicados oficiales, presentándolos como observaciones personales. Una enorme jauría de ex generales relucen como “comentaristas” de la situación, todos diciendo exactamente lo mismo, incluso usando las mismas palabras. El público se traga toda esa propaganda como verdad divina.

La pequeña voz de Haaretz, con unos pocos columnistas como Gideon Levy y Amira Hass, resalta dentro de la ensordecedora cacofonía.

Yo escapé de ese lavado de cerebro escuchando los dos lados, haciendo “zapping” constantemente entre las estaciones de TV israelíes y Aljazeera (en árabe y en inglés). Lo que veo son dos guerras diferentes, que ocurren al mismo tiempo en dos planetas distintos.

Para los espectadores de los medios israelíes, Hamas es la encarnación del mal. Estamos combatiendo “terroristas”. Bombardeamos “objetivos terroristas” (como la casa de la familia del líder de Hamas Ismail Haniyeh). Los combatientes de Hamas nunca se retiran, siempre “escapan”. Sus líderes nunca comandan sus fuerzas desde refugios subterráneos, sino que “están escondidos”. Ellos almacenan sus armas en mezquitas, escuelas y hospitales (como hacíamos nosotros en tiempos de la ocupación británica). Los túneles son “túneles de terror”. Hamas cínicamente usa la población civil como “escudos humanos” (tal como Winston Churchill usó a la población de Londres). Las escuelas y hospitales de Gaza no son destruidas por bombas israelíes, ¡Dios no lo permita! sino por cohetes de Hamas (que misteriosamente perdieron su rumbo) y así sucesivamente.

Visto con ojos árabes, las cosas parecen bastante diferentes. Hamas es un grupo patriótico, que combate con increíble coraje contra inmensos obstáculos. No son una fuerza extranjera insensible al sufrimiento de la población, sino que son los hijos de esa población, miembros de las familias que ahora están siendo masacradas en masa, que crecieron en las casas que ahora están siendo destruidas. Son sus madres quienes ahora deben refugiarse en albergues de las Naciones Unidas, sin agua ni electricidad, privadas de todo excepto la ropa que llevan a cuestas.

Nunca he entendido la lógica de demonizar al enemigo. Cuando era soldado en la guerra del 48, nosotros teníamos grandes discusiones con nuestros camaradas de otros frentes. Cada uno insistía en que su particular enemigo: Egipto, Jordania, Siria, era el más valiente y eficiente. No hay gloria en luchar contra una banda de depravados y envilecidos terroristas.

Admitamos que nuestro enemigo actual está luchando con gran coraje e inventiva. Que casi milagrosamente, su estructura civil y miltar de comando está todavía funcionando bien. Que la población civil los apoya a pesar del inmenso sufrimiento. Que después de casi cuatro semanas de combates contra uno de los ejércitos más fuertes del mundo, continúan resistiendo.

Admitir eso podría ayudar a entender a la otra parte, algo que es esencial tanto para hacer la guerra como para hacer la paz, o incluso un cese del fuego.

Sin entender al enemigo o tener un claro concepto de lo que realmente queremos, incluso alcanzar un cese del fuego es una ardua tarea.

Por ejemplo: ¿Qué queremos de Mahmoud Abbas?

Por muchos años los dirigentes israelíes lo denigraron. Ariel Sharon lo llamó “gallina desplumada”. La derecha israelí lo considera más peligroso que Hamas porque los americanos “naifs” están más dispuestos a escucharlo. Netanyahu hizo todo lo posible para destruir su autoridad y sabotear las negociaciones de paz con él. Lo vilipendiaron por buscar la reconciliación con Hamas. Con su usual talento para los slogans, Netanyahu lo puso en estos términos: “paz con nosotros o con Hamas”.

Pero esta semana, nuestros líderes febrilmente retornaron a Abbas, coronandolo como el único verdadero líder del pueblo palestino, y demandándole que juegue su rol de liderazgo en las negociaciones por el cese del fuego. Todos los comentaristas israelíes declararon que uno de los grandes novedades de la guerra fue la creación de un bloque político conformado por Israel, Egipto, Arabia Saudita, los Emiratos del Golfo y Abbas. El “no socio” de ayer es hoy un aliado privilegiado.

El problema es que muchos palestinos ahora desprecian a Abbas y miran con admiración a Hamas, el símbolo del honor árabe. En la cultura árabe, el honor juega un rol mucho más importante que en Europa.

Ahora, los expertos en seguridad israelíes están preocupados por la situación en la margen occidental. Los jóvenes -y no sólo los jóvenes- parecen listos para una tercera intifada. Ya el ejército ha disparado con munición real sobre protestas en Qalandia, Jerusalém, Belén y otras ciudades. El número de muertos y heridos en la margen occidental está creciendo. Para nuestros generales, esa es otra razón para un pronto cese del fuego en Gaza.

Los ceses del fuego se hacen entre fuerzas en combate: Israel y Hamas. No hay otro camino.

¿Qué quiere Hamas? A diferencia de nuestro bando, Hamas no ha cambiado su objetivo: quiere el fin del bloqueo a la Franja de Gaza.

Eso puede significar muchas cosas. El máximo: apertura de los pasos desde Israel, reparación y reapertura del aeropuerto de Dahaniyah en el sur de la franja, la construcción de un puerto marítimo en la ciudad de Gaza (en lugar del pequeño puerto pesquero que hay), permitir a los pescadores de Gaza aventurarse a distancia de la costa.

(Después de Oslo, Shimon Peres fantaseaba acerca de un gran puerto en Gaza, que serviría a todo el Medio Oriente y convertiría a Gaza en una segunda Singapur)

El mínimo sería la apertura de los cruces con Israel para el libre movimiento de bienes hacia y desde la franja, permitir a los gazatíes ir a la margen occidental y viceversa, y sostener su economía con exportaciones, un aspecto que rara vez se menciona.

En contrapartida, Israel debería ciertamente demandar inspecciones internacionales para prevenir la construcción de nuevos túneles y el reaprovisionamiento del arsenal de cohetes.

Israel podría también demandar un rol para Abbas y sus fuerzas de seguridad, que son vistas por Hamas (y no solamente por ellos) como colaboradores de Israel.

El ejército israelí también demanda que incluso después que el cese del fuego opere, se complete la destrucción de todos los túneles descubiertos antes de la retirada.

Hamas también demanda la apertura de los cruces con Egipto (pero eso no es parte de las negociaciones con Israel).

Si hubiera negociaciones directas, podría ser más fácil. Con tantos mediadores, es difícil.

El miércoles pasado, Haaretz reveló una sorprendente noticia: el minisro de relaciones exterores israelí propuso remitir el problema a las Naciones Unidas. Que ellas propongan las condiciones para el cese del fuego.

¿Las Naciones Unidas? ¿La institución más desprestigiada en Israel? Bueno, como dice el proverbio yiddish, “cuando Dios quiere, hasta con una escoba se puede disparar”.

Asumiendo que un cese del fuego se alcance (no uno corto por razones humanitarias, que ningún lado pretende respetar), ¿entonces qué?

¿Serán posibles entonces serias negociaciones de paz? ¿Abbas reunirá a todos los representantes de los palestinos, incluyendo a Hamas? ¿Será esta la última guerra, o quedará sólo como otro episodio en una interminable cadena de guerras?

Tengo una fantasía loca.

Llega la paz y los estudios cinematográficos hacen películas sobre esta guerra también.

Una escena: soldados israelíes descubren un túnel y entran en él para limpiarlo de enemigos. Al mismo tiempo, combatientes de Hamas entran por el otro extremo, para atacar un kibutz.

Se encuentran en el medio, debajo de la frontera. Se miran uno al otro a través de la escasa luz. Y entonces, en lugar de disparar, se dan la mano.


¿Una idea loca? En efecto. Disculpen.

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