Cosas que se ven desde La Haya
En un nuevo artículo publicado en Haaretz, de Gideón Levy, se concluye tristemente que cuando se disipe el humo de los bombardeos, Israel pagará ante el mundo por sus crímenes de guerra. La traducción del artículo es la que sigue. Para leer el artículo en inglés desde la página de Haaretz hacer click en el título.
Cosas que uno ve desde La Haya
Por Gideon Levy
Cuando los cañones eventualmente queden en silencio, comenzará el tiempo de las preguntas y las investigaciones. Los hongos de nubes de humo y polvo se disiparán en el cielo negro, el fervor, la insensibilidad y el impulso de subirse a un tren en movimiento se olvidarán para siempre, y posiblemente veremos un claro panorama de Gaza en toda su crudeza. Veremos entonces el alcance de la matanza y la destrucción, los cementerios hacinados y los hospitales desbordados, los cientos de heridos y discapacitados físicos, las casas destruidas que quedarán después de esta guerra.
Las preguntas que se formularán, tan cautelosamente como sea posible, serán quién es culpable y quién es responsable. La exagerada voluntad del mundo de perdonar a Israel puede quebrarse esta vez. Los pilotos y artilleros, los equipos de tanques y los soldados de infantería, los generales y los miles a quienes embarcaron en esta guerra con su cuota de celo van a aprender la medida de la maldad y la naturaleza indiscriminada de sus ataques militares. Probablemente ellos no paguen ningún precio. Ellos fueron a la batalla, pero otros los enviaron.
El examen moral y judicial público será aplicado a los tres funcionarios de Israel que enviaron a las Fuerzas de Defensa de Israel a una guerra contra una población indefensa, que ni siquiera tenía un lugar donde refugiarse, en la que quizás sea la única guerra de la historia contra una franja de tierra encerrada por una valla. Ehud Olmert, Ehud Barak y Tzipi Livni estarán a la vanguardia de los culpables. Dos de ellos son candidatos a primer ministro. El otro es un candidato a la acusación penal.
Es inconcebible que ellos no rindan cuentas por el derramamiento de sangre. Olmert es el único primer ministro israelí que envió a su ejército a dos guerras por elección propia, durante uno de los más breves períodos de mandato. El hombre que hizo una serie de valientes declaraciones sobre la paz al final de su mandato ha orquestado nada menos que dos guerras. Hablando de la paz y haciendo la guerra, el “moderado” y “lúcido” primer ministro se reveló como uno de nuestros grandes fomentadores de la guerra. Así es como la historia lo recordará. Los crímenes de los “sobres de dinero” y las transgresiones de “Rishon Tours” lo harán parecer puro como la nieve en comparación.
Barak, el líder del partido de la izquierda, se hará cargo del costo de las fechorías de Tzahal bajo su tutela. Su cuenta será afectada por el bombardeo de los centros de población, los cientos de mujeres y niños muertos y heridos, los numerosos equipos médicos tomados como blanco, el lanzamiento de proyectiles de fósforo en zonas civiles, el bombardeo de una escuela de las Naciones Unidas que servía como refugio de residentes que se desangraron durante días hasta morir mientras que Tzahal impedía su evacuación mediante disparos y bombardeos. Incluso nuestro sitio de Gaza por un año y medio, cuyas ramificaciones son terriblemente cercanas desde el punto de vista de esta guerra, recaerán sobre él, Golpe tras golpe, todo esto cuenta en el mundo de los crímenes de guerra.
Livni, la ministra de asuntos exteriores y líder del partido centrista, será recordada como quien presionó, legitimó y permaneció en silencio durante todos estos eventos. La mujer que prometió “una clase diferente de política” fue socia plena. Esto no debería olvidarse.
En contraste con los reclamos que se harían en otros casos, nos permitimos creer que estos tres líderes no se embarcaron en una guerra por consideraciones electorales. Cualquier momento es bueno para la guerra en Israel. Está acreditado que la guerra anterior fue tres meses después de las elecciones, y no dos meses antes. ¿Los juzgará Israel duramente, a la luz de las imágenes emanadas de Gaza? Es muy dudoso. Barak y Livni están actualmente creciendo en votos en lugar de disminuir. Pero el examen que les espera a estos individuos no será un examen local. Es cierto que algunos estadistas internacionales cínicamente han aplaudido los golpes que Israel asestó. Es cierto que América permaneció en silencio, que Europa defeccionó y que Egipto apoyó, pero otras voces se levantarán del crepitar del combate.
Los primeros ecos ya se pueden oír. El fin de semana pasado, la UN y la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra demandaron una investigación sobre los crímenes de guerra de los que se acusa a Israel. En un mundo en el que los líderes Bosnios y sus homólogos de Rwanda ya han sido llevados a juicio, una demanda similar puede prosperar para quienes fomentaron esta guerra. Los jugadores de baloncesto israelíes no serán los únicos que tengan que ocultarse vergonzosamente, y los altos oficiales que condujeron esta guerra no serán los únicos que deban ocultarse en aviones de El Al para no ser arrestados. Esta vez, nuestros máximos hombres de estado, los miembros del gabinete que cocinó esta guerra, están llamados a pagar el precio personal y nacional.
No escribo estas palabras con alegría, sino con tristeza y con una profunda vergüenza. A pesar de la tolerancia que el mundo ha mostrado hacia Israel desde siempre, el mundo podría decir otra cosa esta vez. De continuar así, es posible que algún día, una nueva corte se establezca en La Haya.
Publicado en el diario Haaretz, de Tel Aviv, Israel, el 12 de enero de 2009.
Cosas que uno ve desde La Haya
Por Gideon Levy
Cuando los cañones eventualmente queden en silencio, comenzará el tiempo de las preguntas y las investigaciones. Los hongos de nubes de humo y polvo se disiparán en el cielo negro, el fervor, la insensibilidad y el impulso de subirse a un tren en movimiento se olvidarán para siempre, y posiblemente veremos un claro panorama de Gaza en toda su crudeza. Veremos entonces el alcance de la matanza y la destrucción, los cementerios hacinados y los hospitales desbordados, los cientos de heridos y discapacitados físicos, las casas destruidas que quedarán después de esta guerra.
Las preguntas que se formularán, tan cautelosamente como sea posible, serán quién es culpable y quién es responsable. La exagerada voluntad del mundo de perdonar a Israel puede quebrarse esta vez. Los pilotos y artilleros, los equipos de tanques y los soldados de infantería, los generales y los miles a quienes embarcaron en esta guerra con su cuota de celo van a aprender la medida de la maldad y la naturaleza indiscriminada de sus ataques militares. Probablemente ellos no paguen ningún precio. Ellos fueron a la batalla, pero otros los enviaron.
El examen moral y judicial público será aplicado a los tres funcionarios de Israel que enviaron a las Fuerzas de Defensa de Israel a una guerra contra una población indefensa, que ni siquiera tenía un lugar donde refugiarse, en la que quizás sea la única guerra de la historia contra una franja de tierra encerrada por una valla. Ehud Olmert, Ehud Barak y Tzipi Livni estarán a la vanguardia de los culpables. Dos de ellos son candidatos a primer ministro. El otro es un candidato a la acusación penal.
Es inconcebible que ellos no rindan cuentas por el derramamiento de sangre. Olmert es el único primer ministro israelí que envió a su ejército a dos guerras por elección propia, durante uno de los más breves períodos de mandato. El hombre que hizo una serie de valientes declaraciones sobre la paz al final de su mandato ha orquestado nada menos que dos guerras. Hablando de la paz y haciendo la guerra, el “moderado” y “lúcido” primer ministro se reveló como uno de nuestros grandes fomentadores de la guerra. Así es como la historia lo recordará. Los crímenes de los “sobres de dinero” y las transgresiones de “Rishon Tours” lo harán parecer puro como la nieve en comparación.
Barak, el líder del partido de la izquierda, se hará cargo del costo de las fechorías de Tzahal bajo su tutela. Su cuenta será afectada por el bombardeo de los centros de población, los cientos de mujeres y niños muertos y heridos, los numerosos equipos médicos tomados como blanco, el lanzamiento de proyectiles de fósforo en zonas civiles, el bombardeo de una escuela de las Naciones Unidas que servía como refugio de residentes que se desangraron durante días hasta morir mientras que Tzahal impedía su evacuación mediante disparos y bombardeos. Incluso nuestro sitio de Gaza por un año y medio, cuyas ramificaciones son terriblemente cercanas desde el punto de vista de esta guerra, recaerán sobre él, Golpe tras golpe, todo esto cuenta en el mundo de los crímenes de guerra.
Livni, la ministra de asuntos exteriores y líder del partido centrista, será recordada como quien presionó, legitimó y permaneció en silencio durante todos estos eventos. La mujer que prometió “una clase diferente de política” fue socia plena. Esto no debería olvidarse.
En contraste con los reclamos que se harían en otros casos, nos permitimos creer que estos tres líderes no se embarcaron en una guerra por consideraciones electorales. Cualquier momento es bueno para la guerra en Israel. Está acreditado que la guerra anterior fue tres meses después de las elecciones, y no dos meses antes. ¿Los juzgará Israel duramente, a la luz de las imágenes emanadas de Gaza? Es muy dudoso. Barak y Livni están actualmente creciendo en votos en lugar de disminuir. Pero el examen que les espera a estos individuos no será un examen local. Es cierto que algunos estadistas internacionales cínicamente han aplaudido los golpes que Israel asestó. Es cierto que América permaneció en silencio, que Europa defeccionó y que Egipto apoyó, pero otras voces se levantarán del crepitar del combate.
Los primeros ecos ya se pueden oír. El fin de semana pasado, la UN y la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra demandaron una investigación sobre los crímenes de guerra de los que se acusa a Israel. En un mundo en el que los líderes Bosnios y sus homólogos de Rwanda ya han sido llevados a juicio, una demanda similar puede prosperar para quienes fomentaron esta guerra. Los jugadores de baloncesto israelíes no serán los únicos que tengan que ocultarse vergonzosamente, y los altos oficiales que condujeron esta guerra no serán los únicos que deban ocultarse en aviones de El Al para no ser arrestados. Esta vez, nuestros máximos hombres de estado, los miembros del gabinete que cocinó esta guerra, están llamados a pagar el precio personal y nacional.
No escribo estas palabras con alegría, sino con tristeza y con una profunda vergüenza. A pesar de la tolerancia que el mundo ha mostrado hacia Israel desde siempre, el mundo podría decir otra cosa esta vez. De continuar así, es posible que algún día, una nueva corte se establezca en La Haya.
Publicado en el diario Haaretz, de Tel Aviv, Israel, el 12 de enero de 2009.
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